Escribo mientras escucho por décima vez consecutiva a Evanescense y su canción My Immortal. Lo hago y voy sintiendo cómo sus notas retumban en mi pecho. Mis manos tiemblan. ¿Por qué me castigo de esta manera? ¿Por qué escucho esta canción que me entristece? ¿Qué tiene su melodía que la traigo incrustada en el pensamiento?
Retomo el deseo de poder controlar esto que me carcome y consume poco a poco. Un sentimiento inexplicable me rebasa y domina. Huyo de los demás. Busco refugio en la soledad de mí misma. Ojalá pudieras entenderlo, entenderme. Dejar de lanzar tus dardos que me abren heridas. No soy quién para dominar lo que siento, es más, no puedo. Es más fácil que huyas. La melancolía no es una enfermedad que se contagie, no debería preocuparte.
Ardo en la hoguera de la nostalgia. En los destellos que me da la lucidez, entiendo que no es fácil aceptar vivir con una persona como yo, vaya, que vive entre dos polos.
Busco consuelo en el mar –no es de extrañarse-. De tanto verlo siento ganas de ahogar en él lo que me ahoga. Quisiera visitar su profundidad, sacudirme tantas emociones contenidas a fuerza de tus reproches. Aquí en la superficie el aire está enrarecido.
Entre tanta confusión mi aliento busca el tuyo. Llueve soledad. Tiembla abandono. Huele a tristeza.
Durante el día camino por las calles de este lugar tan pequeño y asfixiante. Reniego de eso, sin embargo, en otros momentos es este mismo lugar donde he encontrado cobijo.
Soy fantasma que recorre avenidas y callejones con el corazón apretujado en mi mano izquierda. La sangre roja brillante escurre de prisa. El día es interminable.
Pocas cosas me animan. Espero la noche. Es ella quien me abraza y consuela. Es ella quien me entiende, llora conmigo y en silencio seca mi llanto. Su paz ahuyenta mis temores.
Somos ella y yo, sin otros brazos, ni otra voz. La noche y yo.
"Me he ido a dar un paseo a la playa,
ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo
y he comprendido
que uno es de donde llora pero siempre
querrá ir a donde ríe".
ElviraSastre