No más Hipatias en la Historia,
en nuestra vida cotidiana.
No más campanadas fúnebres
de religiosas o paganas.
De filósofas, astrónomas,
médicas o enfermeras.
De estudiantas, estilistas,
vendedoras, deportistas.
De niñas que salen a la tienda.
No más huérfanas ni huérfanos.
No más madres
que esperan a sus hijas
con velas encendidas
entre lágrimas y llanto
aferradas a un retrato,
en silencio, en la cocina.
Hincadas ante un altar,
protestando o excavando.
A Hipatia la desnudaron,
desgarraron su carne
con conchas y tejas,
por ser mujer, sabia, de ciencia.
Para borrar su recuerdo,
por no someterse al cristianismo.
Así muchas son asesinadas
por turbas o solitarios
en complicidad del Estado,
por tener vulva y vagina.
Por no besar la cruz de un sistema
que nos quiere calladas y sumisas,
pariendo y cuidando.
Sin derecho a fiestas,
a caminar o abordar solas un taxi
en la oscuridad de la noche.
Nos quieren prisioneras
del amor romántico.
¡Hagamos la revolución!
Desde la teoría,
en universidades,
plazas públicas,
oficinas gubernamentales.
En colegios y cafeterías,
en la recámara,
en cenas familiares.
Al grito de Hipatia que ardan
edificios y monumentos históricos
Que tiemblen violadores, acosadores,
presidentes y gobernadores.
Al grito de Ni una más
todo se rompa e incendie.
Porque no volverán a tener
la comodidad de nuestro silencio.
El patriarcado no se va a caer,
lo vamos a tirar.
Ya no estamos solas,
pero nos faltan muchas.
"Hay que comprender de dónde viene la violencia, cuáles son sus raíces y cuáles son los procesos sociales, políticos y económicos que la mantienen para comprender qué cambio social es necesario." Silvia Federici.