viernes, 29 de mayo de 2020

Relatos de muerte




Conocí a Nora hace varios años, durante los talleres para mediadores de salas de lectura en La Paz, B.C.S. Es promotora cultural y originaria del municipio de Comondú. 

Nora me pareció una mujer transparente y cálida. Del tipo de mujer a la que le puedes confiar cualquier cosa porque sabes que tu secreto estará seguro. Con el tiempo mi percepción sobre ella no cambió, al contrario; reafirmé la gran ser humana que es. Lo exitosa que puede ser una mujer que se muestra tal cuál ante la vida. En este andar la he seguido también como escritora.
Nora no tiene miedo de que le arrebaten nada, porque todo lo comparte. 

Cuando leí su primer libro “El último crimen”, pude visualizar como lectora que soy, a una escritora nobel que caminaba despacio, aunque segura de donde pisaba. Después, al tener en mis manos “Relatos de muerte”, no niego, no sabía a qué me enfrentaría. ¿Qué descubriría al abrir ese libro? ¿Qué nueva faceta se me mostraría? 
Empecé a leerlo despojándome casi de cualquier idea y me adentré en un libro que juzgué demasiado breve.

Relatos de muerte” contiene cuatro historias que giran alrededor de cuatro mujeres. El título de cada cuento contiene un número: 103, 4 meses, 8 horas y 60 metros. Esto me pareció muy peculiar y supuse que la clave del por qué de los nombres debía estar incrustada en cada uno de ellos. 
Las protagonistas son mujeres sin nombre, por lo que es una invitación a nombrarlas como lo deseemos. Son historias que saltan de un presente lúgubre al pasado vivo de cada una de ellas, de las protagonistas. 
Me recordó mucho la sensación que tuve al leer Pedro Páramo. Voces que surgen del mundo de los muertos, impregnadas de nostalgia y melancolía. Voces en blanco y negro.  
Mujeres que sufrieron de desamor. Mujeres frustradas, historias de maltratos y abandonos, de enfermedades. Mujeres que se expresan desde la tumba porque no quisieron, no pudieron, o no las dejaron hacerlo en vida. 

Frases: “Ahora nada me duele, estoy aquí en calma pero tengo frío”. “Cómo son las cosas, tan irónicas y tan lúgubres”. “¿Acaso duele mi muerte?” Fueron las que me conmovieron y sacudieron de una forma poderosísima.  
Es, sí, “Relatos de muerte”, un libro breve y persuasivo.  

Me sentí contenta y satisfecha al terminar de leerlo, por dos razones:  

Primera, por su narrativa sencilla y de letras simples. Te engancha desde sus inicios y conforme se avanza te mueve toda por dentro. Me hizo preguntarme si no era yo la que estaba dentro del féretro, a quien le supuran las llagas de las piernas. Un libro verdaderamente recomendable. Lo leí en "una sentada", de tarde en la terraza.
Segunda, sobre todo, porque muestra la evolución literaria de la escritora. Un cambio sorprendentemente grato que se patentiza en cada letra escrita. Un libro que tenemos que leer, aunque suene imperativo.

Me quedé con ganas de más relatos. Ojalá Nora contemple la posibilidad de escribir otro libro secuencia de este. 
Nora es ejemplo de la calidad que tienen las mujeres sudcalifornianas para escribir, entre otras cosas. Por eso sugiero leamos a más mujeres, mexicanas, locales. Hagámoslas visibles. Reconozcámoslas.


¿Qué significaba su llanto? ¿Expresaban sus lágrimas dolor?  Mary Shelley (Frankenstein)




sábado, 23 de mayo de 2020

Estatua que palpita


En mayo nos conocimos

siete años después

un mismo mayo

fue su adiós

 

En el cenit

igual que la primera vez
cuando sin saber

nuestros nombres

hicimos el amor

Retomo esa tarde

de mayo

del cenit

del adiós

donde

abrupta y dolorosamente

él marcó el final

 

intenté abrir la ventana

quitar el cerrojo

darle clic al encendedor

abrir sus oídos
al ladrido del perro
al aviso del claxon
a la voz en el televisor

 

se ignoraron mis pasos

el crujir de la escalera

de mis nudillos sangrantes

llamar a su puerta


mi voz al clamar

su nombre

que él dejo confundir

y llevárselo el viento

 

Lo descubrí en el silencio

resguardándose agazapado         

con la mirada vacía                                        

y los pulmones llenos                                    

 

como un Discóbolo

o un Pensador

o un David

o un Cristo redentor

pero palpitante

 

Así fue

insisto

ese día de mayo

en el cenit

siete años después

cuando sigiloso

marcó el adiós

 


"Escupí en versos la imposibilidad; el desencuentro."  Carmen Saavedra



Pintura: Armengol/Artmajeur


La resiliencia en mí



Me dijeron que la resiliencia potencia la felicidad. Que he aprendido a ser resiliente. Quien lo dijo me conoce en el antes y el después -en el ahora- Le creí además, porque conozco muy bien a la mujer que me habitó años atrás y me vivo ahora, distinta.
En realidad si, me doy cuenta los cambios que la terapia psicológica ha hecho en mí. Años de constante trabajo, así como el ir aprendiéndole al feminismo. No concibo vivir sin la influencia y guía de esas dos vertientes.

Dentro de la oscuridad de la noche, su pesado silencio y arrolladora calma, se abren ante mí: pensamientos, sensaciones y emociones que poco había reflexionado con anterioridad.  Por que no quería o no podía. En ello va el entendimiento y la importancia de reconocer  la libertad en las relaciones afectivas. De cuán necesario es aceptar que la otra parte elija seguir un camino diferente. Que ya no se me quiera como antes. Del derecho que tiene el otro a buscar su felicidad. La profunda sensación de sanasión que significa soltar a pesar de amar con tal intensidad. De no desgarrarse ni tratarse mal. Por lo contrario, recorrer el camino hacia la resiliencia de forma amorosa, honesta, aceptando los errores cometidos. Es abrazarse al dolor y tristeza, para dar paso a  la paz y tranquilidad. Son lágrimas de reconciliación con la mujer que se fue y se ha dejado atrás de manera definitiva.
Es ofrecer al ser amado una prueba fehaciente e irrefutable de -mi- amor. Ofrenda final. La libertad sin condicionamientos ni golpes bajos.  

Al navegar sobre las crestas de gigantescas olas en un mar enturbiado por emociones que se contraponen, resalta la satisfacción de saberme completa a pesar de las fracturas. En paciente espera de que las aguas se calmen para empezar a resanar las grietas.
Reconozco cómo el interés por aprender a conocer mis emociones, cuestionar y aceptar su origen para poder modificar actitudes y formas de pensar, han rendido frutos.

El amor no tiene por qué doler. Sufrir no es una opción en el amor.

Me costó mucho aprender, pero sin duda voy por el camino correcto y no voy sola. Me acompañan mujeres inteligentes, profesionales, incansables, admirables, amorosas, sororas. Amigas todas.
Disfruto la vida en solitaria. También disfruto la vida en pareja. No estoy peleada con el amor, ni encerrada ni cerrada a él. La vida me irá marcando el camino, yo iré tomando las decisiones.


"Todos somos libres para ir  y venir, para llegar, para quedarnos y para irnos: no podemos obligar a nadie a que nos corresponda solo porque nosotras estamos enamoradas." Coral Herrera 


Imagen: Perla Chacón







jueves, 21 de mayo de 2020

Surrealismo



Camino sobre el asfalto

bajo una noche sin estrellas

una noche nebulosa y fría

con el bolso lleno

de figuras

y sueños disformes

 

en uno de ellos

unos brazos largos

                    lánguidos

                    y laxos

se aferran a mí me rodean

con la voracidad

de quien ama

y es correspondido

 

despacio

a tientas

me guío

por el rugir del mar

oleaje estruendoso

 

ahí

el canto de las sirenas

emerge agudo

de la profundidad 

de su mar lúbrico

como un lamento sublime

al cual me abandono

 

de repente

el ulular del viento

              del norte

conspicuo galante

se abalanza sobre mí 

quiere poseerme

y no presto resistencia

 

porque en él lo encuentro a él

y puedo sentir su sexo inhiesto

acicalándose entre mis praderas

valles y cumbres

abonadas

fértiles

           fecundas

 

hasta que algo se verte

               espeso

               tibio

               dentro

¿algo suyo

mío

del viento?

 

son las tres de la mañana

el aullido de un hombre lobo

quiebra el mutismo del sueño

despierto empapada

       de ganas

        de sudor

       de ansias

y me abrazo a la almohada

jadeante

relajada

suya

¿de él

o del viento?        

 

"Tu cuerpo es el paraíso perdido
  del que nunca jamás ningún Dios,
  podrá expulsarme."   Giaconda Belli


Pintura surrealista: Eric Fortune