Conocí a Nora hace varios años, durante los talleres para mediadores de salas de lectura en La Paz, B.C.S. Es promotora cultural y originaria del municipio de Comondú.
Nora me pareció una mujer transparente y cálida. Del tipo de mujer a la que le puedes confiar cualquier cosa porque sabes que tu secreto estará seguro. Con el tiempo mi percepción sobre ella no cambió, al contrario; reafirmé la gran ser humana que es. Lo exitosa que puede ser una mujer que se muestra tal cuál ante la vida. En este andar la he seguido también como escritora.
Nora no tiene miedo de que le arrebaten nada, porque todo lo comparte.
Cuando leí su primer libro “El último crimen”, pude visualizar como lectora que soy, a una escritora nobel que caminaba despacio, aunque segura de donde pisaba. Después, al tener en mis manos “Relatos de muerte”, no niego, no sabía a qué me enfrentaría. ¿Qué descubriría al abrir ese libro? ¿Qué nueva faceta se me mostraría?
Empecé a leerlo despojándome casi de cualquier idea y me adentré en un libro que juzgué demasiado breve.
“Relatos de muerte” contiene cuatro historias que giran alrededor de cuatro mujeres. El título de cada cuento contiene un número: 103, 4 meses, 8 horas y 60 metros. Esto me pareció muy peculiar y supuse que la clave del por qué de los nombres debía estar incrustada en cada uno de ellos.
Las protagonistas son mujeres sin nombre, por lo que es una invitación a nombrarlas como lo deseemos. Son historias que saltan de un presente lúgubre al pasado vivo de cada una de ellas, de las protagonistas.
Me recordó mucho la sensación que tuve al leer Pedro Páramo. Voces que surgen del mundo de los muertos, impregnadas de nostalgia y melancolía. Voces en blanco y negro.
Mujeres que sufrieron de desamor. Mujeres frustradas, historias de maltratos y abandonos, de enfermedades. Mujeres que se expresan desde la tumba porque no quisieron, no pudieron, o no las dejaron hacerlo en vida.
Frases: “Ahora nada me duele, estoy aquí en calma pero tengo frío”. “Cómo son las cosas, tan irónicas y tan lúgubres”. “¿Acaso duele mi muerte?” Fueron las que me conmovieron y sacudieron de una forma poderosísima.
Es, sí, “Relatos de muerte”, un libro breve y persuasivo.
Me sentí contenta y satisfecha al terminar de leerlo, por dos razones:
Primera, por su narrativa sencilla y de letras simples. Te engancha desde sus inicios y conforme se avanza te mueve toda por dentro. Me hizo preguntarme si no era yo la que estaba dentro del féretro, a quien le supuran las llagas de las piernas. Un libro verdaderamente recomendable. Lo leí en "una sentada", de tarde en la terraza.
Segunda, sobre todo, porque muestra la evolución literaria de la escritora. Un cambio sorprendentemente grato que se patentiza en cada letra escrita. Un libro que tenemos que leer, aunque suene imperativo.
Me quedé con ganas de más relatos. Ojalá Nora contemple la posibilidad de escribir otro libro secuencia de este.
Nora es ejemplo de la calidad que tienen las mujeres sudcalifornianas para escribir, entre otras cosas. Por eso sugiero leamos a más mujeres, mexicanas, locales. Hagámoslas visibles. Reconozcámoslas.
¿Qué significaba su llanto? ¿Expresaban sus lágrimas dolor? Mary Shelley (Frankenstein)
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