Desperté envuelta en la sábana de tu ausencia y de tu olvido. Reseca. Dolorida. Sin percibir mis latidos. Triste no. Simplemente no encuentro mi lugar, tampoco mi espacio, mucho menos las partes de mi cuerpo que salieron a buscarte y no volvieron.
El sol impertinente se muestra absurdamente feliz. En cambio yo sola soy un ovillo. Músculos inertes donde la desmemoria abunda y se cosecha hastío. Territorio enemigo. Corro las cortinas.
¡Heme aquí!, habitando un páramo de sábanas blancas y frías. Sin el peso de tu cuerpo.
¡Huérfana! Porque hasta mi sombra y mi nombre se fueron contigo. Intuyo que sigo viva: eructo, orino, pestañeo, evacuo, estornudo, bostezo. ¿Acaso no es eso lo que hacen las que dicen vivir?
Deambulo sobre tus pisadas. No entro en ellas.
Soy espectra, quimera, visión, (des)aparición. Iridiscencia.
Vuelvo a la cama y bajo los párpados me cobijo. Cuido no lastimar tu imagen que yace debajo de la almohada. Eres tan bella. Eras tan ferviente.
"¿Acaso de eso se trata la vida? ¿De nada? ¿De estar aquí y ser nada? ¿De que nuestro cuerpo se resquebraje?" Marisabel MacíasPintura: Bruna Solari
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